Dueña de mí. Quiero decir: con nada.
Lejos de ti. Quiero decir.... Sin todo.
Ojalá pudieras hacer "Chass", como la canción...
jueves, 16 de febrero de 2012
sábado, 4 de febrero de 2012
Destensar la cuerda
Tras dos meses de ausencia, el blog vuelve a ser actualizado.
Han sido dos meses duros y difíciles. Y ésta es la recta final de la etapa. Ya es imposible tensar más la cuerda. A partir de ahora sólo pueden pasar dos cosas: que la cuerda se rompa, o que la aflojemos entre los dos.
Yo, por mi parte, ya la he soltado.
Sólo espero no haberlo hecho demasiado tarde.
Han sido dos meses duros y difíciles. Y ésta es la recta final de la etapa. Ya es imposible tensar más la cuerda. A partir de ahora sólo pueden pasar dos cosas: que la cuerda se rompa, o que la aflojemos entre los dos.
Yo, por mi parte, ya la he soltado.
Sólo espero no haberlo hecho demasiado tarde.
lunes, 28 de noviembre de 2011
En el mundo genial de las cosas que dices...
¿Cómo diablos se puede quererte tan fuerte?
No me faltes, mi vida. No puedo perderte...
No me faltes, mi vida. No puedo perderte...
martes, 18 de octubre de 2011
Has sido lo mejor de mi día. Pero serás lo mejor de mi vida.
El reloj de la estación marca aproximadamente las 9'37 de la mañana. Vuelvo a marcar tu número, pero continúa desconectado. Bostezo, pero es normal. Al igual que probablemente te haya pasado a ti, no he dormido esta noche. Aunque por supuesto no te lo diré, al menos no hoy. Yo soy la única culpable de haber pasado la noche en vela, y ya de paso, de que la hayas pasado tú tambien. Así que no tengo derecho a contarte mis problemas.
Bueno... Tal vez sí tenga derecho. Al fin y al cabo, soy tu novia. Pero no quiero hacerlo. No quiero seguir quejándome y autocompadeciéndome mientras tú lo pasas mal. Ahora te quiero a ti. Quiero hacerte sentir bien. Quiero pasar a tu lado toda la vida. Quiero hacerte sonreir. Quiero que volvamos a ilusionarnos.
A medida que se acercan las 10'00 me voy poniendo más nerviosa e inquieta. Vuelvo a marcar el número (por enésima vez) que, por supuesto, sigue desconectado. "¿Y si se ha marchado ya porque no quería estar en casa?" "¿Y si le pusieron una clase antes y olvidó decírmelo?" "¿Y si tenía que hacer fotocopias y encuadernar algún libro y ha terminado pronto?" Mis ojos no dejan de escudriñar la espalda de cada chaval que cruza el puente en busca de un bulto parecido a tu estuche, pero no puedo ir allí por si bajas en coche, o vienes del centro y entras por la otra puerta. La inquietud me mata, y me siento como el zorro del principito, cuando tras ser domesticado espera impaciente la llegada del principito día tras día.
De pronto, apareces. Surgen las dudas. "¿Es él? ¿Seguro?" Sí, lo eres. Y cuando quiero pararme a pensar en qué voy a decirte, ya es tarde, y me encuentro corriendo escaleras arriba para acabar sumergida entre tus brazos.
¿Lo mejor del día? Todo el tiempo que he pasado a tu lado.
Pero si tengo que ser más concreta, me quedaría con cuatro grandes momentos:
1. Tú rodeándome en el tren para tumbarme sobre tus rodillas, mientras nos reimos juntos.
2. Tú besándome en los labios justo antes de despedirnos.
3. Tu cara de sorpresa y alegría al girarte en la ventanilla de información y encontrarme sonriendo a tu lado.
4. Tu sonrisa al comprobar qué pendientes he decidido ponerme.
¿Sabes qué te digo?
Si mi vida no la llenas tú, no la llena nada (ni nadie).
Bueno... Tal vez sí tenga derecho. Al fin y al cabo, soy tu novia. Pero no quiero hacerlo. No quiero seguir quejándome y autocompadeciéndome mientras tú lo pasas mal. Ahora te quiero a ti. Quiero hacerte sentir bien. Quiero pasar a tu lado toda la vida. Quiero hacerte sonreir. Quiero que volvamos a ilusionarnos.
A medida que se acercan las 10'00 me voy poniendo más nerviosa e inquieta. Vuelvo a marcar el número (por enésima vez) que, por supuesto, sigue desconectado. "¿Y si se ha marchado ya porque no quería estar en casa?" "¿Y si le pusieron una clase antes y olvidó decírmelo?" "¿Y si tenía que hacer fotocopias y encuadernar algún libro y ha terminado pronto?" Mis ojos no dejan de escudriñar la espalda de cada chaval que cruza el puente en busca de un bulto parecido a tu estuche, pero no puedo ir allí por si bajas en coche, o vienes del centro y entras por la otra puerta. La inquietud me mata, y me siento como el zorro del principito, cuando tras ser domesticado espera impaciente la llegada del principito día tras día.
De pronto, apareces. Surgen las dudas. "¿Es él? ¿Seguro?" Sí, lo eres. Y cuando quiero pararme a pensar en qué voy a decirte, ya es tarde, y me encuentro corriendo escaleras arriba para acabar sumergida entre tus brazos.
¿Lo mejor del día? Todo el tiempo que he pasado a tu lado.
Pero si tengo que ser más concreta, me quedaría con cuatro grandes momentos:
1. Tú rodeándome en el tren para tumbarme sobre tus rodillas, mientras nos reimos juntos.
2. Tú besándome en los labios justo antes de despedirnos.
3. Tu cara de sorpresa y alegría al girarte en la ventanilla de información y encontrarme sonriendo a tu lado.
4. Tu sonrisa al comprobar qué pendientes he decidido ponerme.
¿Sabes qué te digo?
Si mi vida no la llenas tú, no la llena nada (ni nadie).
martes, 11 de octubre de 2011
Las últimas palabras
Cuando fueron conscientes de que, inevitablemente, iban a morir, decenas de personas en las Torres Gemelas o en el United 93 o incluso en el Pentágono, tomaron sus móviles por última vez el 11 de septiembre de 2001 para poder decir adiós.
¿Sabíais que todas, absolutamente todas esas llamadas, sólo hablaban de amor?
Nadie aprovechó para hacer un último testamento, para hablar de propiedades, de trabajo, ni de dinero. Nadie habló de rencores, ni se desvelaron inconfesables secretos. Nadie llamó para hablar sobre qué se pudo hacer y no se hizo en el pasado, ni sobre arrepentimientos, infidelidades, amigos, equipos de fútbol, carreras universitarias, familia, ni parientes.
Sólo se explicó lo que estaba pasando ("cariño, estoy en la planta 32, los bomberos no van a llegar a tiempo, hace mucho calor") y luego se hablaba de amor.
La frase más veces repetida en esas decenas de llamadas fue "te quiero." Las llamadas fueron hechas en la inmensa mayoría al amor con quien compartían sus vidas aquellas personas que iban a morir: sus novios, maridos, esposas, amantes o incluso relaciones menos estables. Algunas últimas llamadas fueron hechas a madres o a padres. Y las más duras y difíciles de soportar, fueron llamadas de despedida a un hijo o una hija.
Pero todas fueron llamadas emotivas, cariñosas, en donde quien llamaba expresaba lo que sentía por aquella persona que había elegido como último interlocutor. Ni siquiera había llantos desesperados, supongo que porque una vez que asumes que no puedes evitar que las cosas sucedan, sólo das prioridad a lo verdaderamente importante.
Ésto me hace reflexionar sobre el sentido de la vida. No deberíamos dejar que los contratiempos ensombrecieran aquello que de verdad es importante. No deberíamos esperar tanto para decir "te quiero", ni esperar a que algo terrible suceda para que en los últimos momentos de nuestras vidas todo pase, todo se olvide, y lo único que quede es un poderoso y hermoso sentimiento de amor. Especialmente, porque rara es la ocasión en la que, como aquel 11 de septiembre, la vida te proporciona esos últimos minutos. Por desgracia, la muerte es algo que, cada vez con más frecuencia, llega sin avisar.
Y en cualquier caso, ¿por qué deberíamos esperar hasta el final? La magia del amor es precisamente la de disfrutar del viaje, retrasando cuanto sea posible la llegada a la meta; porque mientras más dure el camino, más tiempo podrás compartirlo con esa persona.
Por eso, aquí y ahora, quiero dejar que todo pase, que todo se olvide.
Quiero dejar que este enorme y arrollador sentimiento me invada.
Quiero gritárselo al mundo. Gritarlo bien fuerte.
Te amo
¿Sabíais que todas, absolutamente todas esas llamadas, sólo hablaban de amor?
Nadie aprovechó para hacer un último testamento, para hablar de propiedades, de trabajo, ni de dinero. Nadie habló de rencores, ni se desvelaron inconfesables secretos. Nadie llamó para hablar sobre qué se pudo hacer y no se hizo en el pasado, ni sobre arrepentimientos, infidelidades, amigos, equipos de fútbol, carreras universitarias, familia, ni parientes.
Sólo se explicó lo que estaba pasando ("cariño, estoy en la planta 32, los bomberos no van a llegar a tiempo, hace mucho calor") y luego se hablaba de amor.
La frase más veces repetida en esas decenas de llamadas fue "te quiero." Las llamadas fueron hechas en la inmensa mayoría al amor con quien compartían sus vidas aquellas personas que iban a morir: sus novios, maridos, esposas, amantes o incluso relaciones menos estables. Algunas últimas llamadas fueron hechas a madres o a padres. Y las más duras y difíciles de soportar, fueron llamadas de despedida a un hijo o una hija.
Pero todas fueron llamadas emotivas, cariñosas, en donde quien llamaba expresaba lo que sentía por aquella persona que había elegido como último interlocutor. Ni siquiera había llantos desesperados, supongo que porque una vez que asumes que no puedes evitar que las cosas sucedan, sólo das prioridad a lo verdaderamente importante.
Ésto me hace reflexionar sobre el sentido de la vida. No deberíamos dejar que los contratiempos ensombrecieran aquello que de verdad es importante. No deberíamos esperar tanto para decir "te quiero", ni esperar a que algo terrible suceda para que en los últimos momentos de nuestras vidas todo pase, todo se olvide, y lo único que quede es un poderoso y hermoso sentimiento de amor. Especialmente, porque rara es la ocasión en la que, como aquel 11 de septiembre, la vida te proporciona esos últimos minutos. Por desgracia, la muerte es algo que, cada vez con más frecuencia, llega sin avisar.
Y en cualquier caso, ¿por qué deberíamos esperar hasta el final? La magia del amor es precisamente la de disfrutar del viaje, retrasando cuanto sea posible la llegada a la meta; porque mientras más dure el camino, más tiempo podrás compartirlo con esa persona.
Por eso, aquí y ahora, quiero dejar que todo pase, que todo se olvide.
Quiero dejar que este enorme y arrollador sentimiento me invada.
Quiero gritárselo al mundo. Gritarlo bien fuerte.
Te amo
miércoles, 5 de octubre de 2011
Adivina, adivinanza...
Me alimento de tiempo,
si me escondo, me ves;
tengo dos hermanas y un hermano,
y me puedes nombrar al revés.
si me escondo, me ves;
tengo dos hermanas y un hermano,
y me puedes nombrar al revés.
martes, 4 de octubre de 2011
El desayuno
Me gustas cuando dices tonterías,
cuando metes la pata, cuando mientes,
cuando te vas de compras con tu madre
y llego tarde al cine por tu culpa.
Me gustas más cuando es mi cumpleaños
y me cubres de besos y de tartas,
o cuando eres feliz y se te nota,
o cuando eres genial con una frase
que lo resume todo, o cuando ríes
(tu risa es una ducha en el infierno),
o cuando me perdonas un olvido.
Pero aún me gustas más, tanto que casi
no puedo resistir lo que me gustas,
cuando, llena de vida, te despiertas
y lo primero que haces es decirme:
«Tengo un hambre feroz esta mañana.
Voy a empezar contigo el desayuno».
-Luis Alberto de Cuenca-
cuando metes la pata, cuando mientes,
cuando te vas de compras con tu madre
y llego tarde al cine por tu culpa.
Me gustas más cuando es mi cumpleaños
y me cubres de besos y de tartas,
o cuando eres feliz y se te nota,
o cuando eres genial con una frase
que lo resume todo, o cuando ríes
(tu risa es una ducha en el infierno),
o cuando me perdonas un olvido.
Pero aún me gustas más, tanto que casi
no puedo resistir lo que me gustas,
cuando, llena de vida, te despiertas
y lo primero que haces es decirme:
«Tengo un hambre feroz esta mañana.
Voy a empezar contigo el desayuno».
-Luis Alberto de Cuenca-
lunes, 3 de octubre de 2011
Hada de otoño
Cuando entré en mi habitación, Águeda me esperaba con el semblante serio y preocupado, y supe que estaba a punto de soltarme uno de esos discursos que tanto rechazo me causaban.
-No puedes seguir así. -Comenzó el hada.
-No sé qué hacer. Tú puedes leer mi interior, deberías saber cómo me siento.
-Sí. Te sientes enjaulada en tu propia vida... Pero eso también significa que estás viva.
-¿Y qué? No veo ninguna salida. Sólo ir día a día haciendo cada cosa de siempre, por inercia. Levantarme, desayunar, ducharme, vestirme, hacer la cama, tocar una hora, leer, pasar a limpio y reordenar alguna cosa del antiguo blog, y pasar la tarde en el sofá viendo la televisión.
-¡No, no, no! ¡Perspectiva, niña! ¡Revisa tus opciones! ¡Tienes todo el tiempo del mundo, y veintidós años recién cumplidos! Toca un rato, claro que sí. Pero disfrutando. Sal de compras, o a dar un paseo, o vete cualquier día a Atocha a darle una sorpresa a tu chico. Y ¿qué es eso de hacer una recopilación del antiguo blog? ¡Tienes aún muchas nuevas historias que contar al mundo! Créeme, lo he visto...
-Pero no tengo fuerzas... Me siento tan fracasada...
-Lo sé, preciosa. Pero debes dejar de pensar en todo lo que no tienes, en todo lo que no has conseguido, y en todos los errores que no debiste cometer. Sería una buena opción si pudieras viajar al pasado, pero no puedes hacerlo. Así que céntrate en lo que sí tienes, y utilízalo para lograr tus metas.
-Supongo que tienes razón...
-Recuerda que cuentas con una ventaja sobre todos los demás: cuanto más dificil es lograr algo, mayor es la grandeza de tu logro.
-Vale, volveré a intentarlo. Trataré de levantarme y volver a tomar las riendas de mi vida.
-Recuerda que esto no es una competición contra nadie... Sólo contra ti misma.
-No puedes seguir así. -Comenzó el hada.
-No sé qué hacer. Tú puedes leer mi interior, deberías saber cómo me siento.
-Sí. Te sientes enjaulada en tu propia vida... Pero eso también significa que estás viva.
-¿Y qué? No veo ninguna salida. Sólo ir día a día haciendo cada cosa de siempre, por inercia. Levantarme, desayunar, ducharme, vestirme, hacer la cama, tocar una hora, leer, pasar a limpio y reordenar alguna cosa del antiguo blog, y pasar la tarde en el sofá viendo la televisión.
-¡No, no, no! ¡Perspectiva, niña! ¡Revisa tus opciones! ¡Tienes todo el tiempo del mundo, y veintidós años recién cumplidos! Toca un rato, claro que sí. Pero disfrutando. Sal de compras, o a dar un paseo, o vete cualquier día a Atocha a darle una sorpresa a tu chico. Y ¿qué es eso de hacer una recopilación del antiguo blog? ¡Tienes aún muchas nuevas historias que contar al mundo! Créeme, lo he visto...
-Pero no tengo fuerzas... Me siento tan fracasada...
-Lo sé, preciosa. Pero debes dejar de pensar en todo lo que no tienes, en todo lo que no has conseguido, y en todos los errores que no debiste cometer. Sería una buena opción si pudieras viajar al pasado, pero no puedes hacerlo. Así que céntrate en lo que sí tienes, y utilízalo para lograr tus metas.
-Supongo que tienes razón...
-Recuerda que cuentas con una ventaja sobre todos los demás: cuanto más dificil es lograr algo, mayor es la grandeza de tu logro.
-Vale, volveré a intentarlo. Trataré de levantarme y volver a tomar las riendas de mi vida.
-Recuerda que esto no es una competición contra nadie... Sólo contra ti misma.
martes, 20 de septiembre de 2011
El Pecado Capital
Eva no respondió. Volvió a besarlo. Lo besó con un beso todavía más profundo que el anterior; lo besó con un beso tan extraordinariamente profundo, que un pedacito, que ella conservaba en su boca, pasó a la boca de Adán.
Y Adán comió aquel pedacito de "no sabía qué".
Así fue, señores, y no de otra manera, como Eva le dio a Adán la manzana; se la dio como los novios se dan los bombones cuando nadie les espía; como los recién casados se dan los postres durante la luna de miel; como únicamente podía dársela, para que él -más noble, más sencillo, más respetuoso siempre que ella con las leyes- se decidiese a aceptarla.
En cuanto a las consecuencias, imagino que ya las adivináis.
No bien hubo probado a su vez la manzana, Adán notó dentro de sí la misma variación que había notado Eva y se vio invadido de idéntico sentimiento que a ella le invadiese. Y ahora, al recibir un tercer beso de Eva, Adán no le pregunó ya:
-¿Qué te pasa?
Sino que susurró:
-¡Vida mía!
Y la devolvió mil por uno.
¡Qué día! ¡Ah, qué día y qué noche de entusiasmo recíproco, de delirio, de frenesí!...
Y Adán comió aquel pedacito de "no sabía qué".
Así fue, señores, y no de otra manera, como Eva le dio a Adán la manzana; se la dio como los novios se dan los bombones cuando nadie les espía; como los recién casados se dan los postres durante la luna de miel; como únicamente podía dársela, para que él -más noble, más sencillo, más respetuoso siempre que ella con las leyes- se decidiese a aceptarla.
En cuanto a las consecuencias, imagino que ya las adivináis.
No bien hubo probado a su vez la manzana, Adán notó dentro de sí la misma variación que había notado Eva y se vio invadido de idéntico sentimiento que a ella le invadiese. Y ahora, al recibir un tercer beso de Eva, Adán no le pregunó ya:
-¿Qué te pasa?
Sino que susurró:
-¡Vida mía!
Y la devolvió mil por uno.
¡Qué día! ¡Ah, qué día y qué noche de entusiasmo recíproco, de delirio, de frenesí!...
Enrique Jardiel Poncela
lunes, 12 de septiembre de 2011
Bonito número el 39
Felicidades por todo este tiempo a tu lado. Felicidades por estos tres años y cuarto. Felicidades y gracias. Gracias por cada momento.
Estaré aquí para todo lo que necesites.
Estaré aquí para todo lo que necesites.
sábado, 3 de septiembre de 2011
Hoy puede ser un gran día
El "ayer" es historia.
El "mañana", un misterio.
Sin embargo, el "hoy" es un regalo. Por eso lo llamamos "presente".
El "mañana", un misterio.
Sin embargo, el "hoy" es un regalo. Por eso lo llamamos "presente".
jueves, 1 de septiembre de 2011
Un pequeño regalo
GEOGRAFÍA FÍSICA
Nadie sabe Geografía
mejor que la hermana mía.
-La anguila azul del canal
enlaza las dos bahías.
-Dime: ¿dónde está el volcán
de la frente pensativa?
-Al pie de la mar morena,
solo, en un banco de arena.
(Partiendo el agua, un bajel
sale del fondeadero.
Camino del astillero,
va cantando un timonel.)
-Timonel, hay un escollo
a la salida del puerto.
-Tus ojos, faros del aire,
niña, me lo han descubierto.
¡Adiós, mi dulce vigía!
Nadie sabe Geografía
mejor que la hermana mía.
Nadie sabe Geografía
mejor que la hermana mía.
-La anguila azul del canal
enlaza las dos bahías.
-Dime: ¿dónde está el volcán
de la frente pensativa?
-Al pie de la mar morena,
solo, en un banco de arena.
(Partiendo el agua, un bajel
sale del fondeadero.
Camino del astillero,
va cantando un timonel.)
-Timonel, hay un escollo
a la salida del puerto.
-Tus ojos, faros del aire,
niña, me lo han descubierto.
¡Adiós, mi dulce vigía!
Nadie sabe Geografía
mejor que la hermana mía.
jueves, 25 de agosto de 2011
lunes, 22 de agosto de 2011
Mejor será ser pequeño
El séptimo planeta fue, pues, la Tierra.
La Tierra no es un planeta cualquiera. Se cuentan allí ciento once reyes, siete mil geógrafos, novecientos mil hombres de negocios, siete millones y medio de ebrios, trescientos once millones de vanidosos, es decir, alrededor de dos mil millones de personas grandes.
Fragmento de "El Principito", Antoine de Saint-Exupéry
La Tierra no es un planeta cualquiera. Se cuentan allí ciento once reyes, siete mil geógrafos, novecientos mil hombres de negocios, siete millones y medio de ebrios, trescientos once millones de vanidosos, es decir, alrededor de dos mil millones de personas grandes.
Fragmento de "El Principito", Antoine de Saint-Exupéry
jueves, 18 de agosto de 2011
Una tarde de provecho
Una bolsa de guarrerías, un litro de refresco, una toalla, un trozo de césped a la sombra...
... las bromas, los abrazos, los besos, tu cuerpazo...
... algo de lluvia (en sentido sarcástico), un puñadito de granizos, una tienda de campaña improvisada...
... y lo más importante: tu sonrisa.
Todo lo que necesitaba.
¡Gracias!
... las bromas, los abrazos, los besos, tu cuerpazo...
... algo de lluvia (en sentido sarcástico), un puñadito de granizos, una tienda de campaña improvisada...
... y lo más importante: tu sonrisa.
Todo lo que necesitaba.
¡Gracias!
martes, 16 de agosto de 2011
Ni aún cuando más sola estés, estarás sola.
Se desnudó para entrar en la ducha. Y entonces se vio en el espejo.
Dicen que las mujeres son como las espadas, pues cuando más respeto imponen es cuando están desnudas. Tal vez eso fue lo que le ocurrió. El reflejo la miró a los ojos y le dijo:
"Nunca vuelvas a utilizar la palabra golfa contra mí. No se te ocurra volver a llorar por eso. No vuelvas a arrepentirte de tu pasado. Te equivocaste, estamos de acuerdo; pero decidiste libremente. No permitiste que nadie decidiera por ti, te equivocaste por ti misma, y gracias a eso aprendiste una gran lección. Y tú mejor que nadie sabes que sin esa lección no tendrías a tu lado a un hombre tan maravilloso como él.
Así que me siento orgullosa de ti, y de que seas una mujer libre... ¡Me da igual tu pasado! Sólo me importa tu presente, me importan esas lágrimas, me importa que seas feliz. Gracias a esas decisiones, erróneas, pero que eras libre de tomar, ahora tienes un gran compañero. Así que deja de torturarte, de avergonzarte y de arrepentirte; todos tenemos derecho a equivocarnos, ¿recuerdas? Por eso los lápices tienen goma de borrar.
Mírate, aquí, desnuda. Mira tu cuerpo. Mira tu alma. Mira tu mirada.
Tal vez hayas cometido errores. Pero para mí, eres perfecta."
Entró en la ducha. Aún no sonreía, pero al menos alguien le había dicho lo que necesitaba escuchar: la segunda persona más importante de su vida.
Por eso le gustaba llevar tacones: para no olvidar que caminaba a su lado.
Dicen que las mujeres son como las espadas, pues cuando más respeto imponen es cuando están desnudas. Tal vez eso fue lo que le ocurrió. El reflejo la miró a los ojos y le dijo:
"Nunca vuelvas a utilizar la palabra golfa contra mí. No se te ocurra volver a llorar por eso. No vuelvas a arrepentirte de tu pasado. Te equivocaste, estamos de acuerdo; pero decidiste libremente. No permitiste que nadie decidiera por ti, te equivocaste por ti misma, y gracias a eso aprendiste una gran lección. Y tú mejor que nadie sabes que sin esa lección no tendrías a tu lado a un hombre tan maravilloso como él.
Así que me siento orgullosa de ti, y de que seas una mujer libre... ¡Me da igual tu pasado! Sólo me importa tu presente, me importan esas lágrimas, me importa que seas feliz. Gracias a esas decisiones, erróneas, pero que eras libre de tomar, ahora tienes un gran compañero. Así que deja de torturarte, de avergonzarte y de arrepentirte; todos tenemos derecho a equivocarnos, ¿recuerdas? Por eso los lápices tienen goma de borrar.
Mírate, aquí, desnuda. Mira tu cuerpo. Mira tu alma. Mira tu mirada.
Tal vez hayas cometido errores. Pero para mí, eres perfecta."
Entró en la ducha. Aún no sonreía, pero al menos alguien le había dicho lo que necesitaba escuchar: la segunda persona más importante de su vida.
Por eso le gustaba llevar tacones: para no olvidar que caminaba a su lado.
lunes, 15 de agosto de 2011
Simplemente palabras
Rugidos resuenan en el fondo de mi ego,
la ira me invade cuando no la tristeza,
reverbera mi bramar;
si bien por momentos soy más insensible,
menos persona.
Con hambre de devolver favores
a quienes quiebran mi dignidad,
a quienes intentan derrumbar mi orgullo,
busco un hombro donde salvar mi llanto.
¿Llorar?
Llorar es de cobardes...
¡No!
¡Llorar es de hombres!
Al fin y al cabo son lágrimas,
sentimientos materializados;
y me interesa presumir
de lo único humano que me queda.
la ira me invade cuando no la tristeza,
reverbera mi bramar;
si bien por momentos soy más insensible,
menos persona.
Con hambre de devolver favores
a quienes quiebran mi dignidad,
a quienes intentan derrumbar mi orgullo,
busco un hombro donde salvar mi llanto.
¿Llorar?
Llorar es de cobardes...
¡No!
¡Llorar es de hombres!
Al fin y al cabo son lágrimas,
sentimientos materializados;
y me interesa presumir
de lo único humano que me queda.
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