lunes, 3 de octubre de 2011

Hada de otoño

Cuando entré en mi habitación, Águeda me esperaba con el semblante serio y preocupado, y supe que estaba a punto de soltarme uno de esos discursos que tanto rechazo me causaban.

-No puedes seguir así. -Comenzó el hada.
-No sé qué hacer. Tú puedes leer mi interior, deberías saber cómo me siento.
-Sí. Te sientes enjaulada en tu propia vida... Pero eso también significa que estás viva.
-¿Y qué? No veo ninguna salida. Sólo ir día a día haciendo cada cosa de siempre, por inercia. Levantarme, desayunar, ducharme, vestirme, hacer la cama, tocar una hora, leer, pasar a limpio y reordenar alguna cosa del antiguo blog, y pasar la tarde en el sofá viendo la televisión.
-¡No, no, no! ¡Perspectiva, niña! ¡Revisa tus opciones! ¡Tienes todo el tiempo del mundo, y veintidós años recién cumplidos! Toca un rato, claro que sí. Pero disfrutando. Sal de compras, o a dar un paseo, o vete cualquier día a Atocha a darle una sorpresa a tu chico. Y ¿qué es eso de hacer una recopilación del antiguo blog? ¡Tienes aún muchas nuevas historias que contar al mundo! Créeme, lo he visto...
-Pero no tengo fuerzas... Me siento tan fracasada...
-Lo sé, preciosa. Pero debes dejar de pensar en todo lo que no tienes, en todo lo que no has conseguido, y en todos los errores que no debiste cometer. Sería una buena opción si pudieras viajar al pasado, pero no puedes hacerlo. Así que céntrate en lo que sí tienes, y utilízalo para lograr tus metas.
-Supongo que tienes razón...
-Recuerda que cuentas con una ventaja sobre todos los demás: cuanto más dificil es lograr algo, mayor es la grandeza de tu logro.
-Vale, volveré a intentarlo. Trataré de levantarme y volver a tomar las riendas de mi vida.
-Recuerda que esto no es una competición contra nadie... Sólo contra ti misma.

No hay comentarios: