jueves, 9 de diciembre de 2010

Merendándome tus penas.

Tú estás triste.
La noche no muestra sus estrellas.
El cielo está nublado.
La luna no ilumina mi cama.

En mi cuarto hay cuatro relojes.
Cada uno con un segundero.
Cada segundero se mueve en un momento distinto.

El tiempo pasa por mi ventana.
Tengo frío.

Pero de repente, recuerdo:
El próximo concierto del corral de comedias.
Los pedagógicos.
El vino del rector.
La próxima nochevieja.
El próximo concierto en el Auditorio.

No digas que no podremos estar siempre juntos. Eso no lo sabes.
¿Por qué no tener ilusión, incluso aunque puedas tener razón en un futuro?
¿Por qué tengo que tener miedo, si estoy contigo?
¿Por qué tienes que tener miedo, si estás conmigo?

Yo, tus penas me las meriendo en cuanto me crezco un poco.
Y tú, mis penas te las meriendas en cuanto me sonríes.

Así que te digo una cosa:
Tu pequeño moco, que es tan idiota como para necesitar siempre saber cómo te vas a sentir; está tan segura de que la quieres que si no, se come un elefante. =)

Y ahora vas a sonreir. Porque lo digo yo.
(¿Lo ves? Así es mucho mejor.)

Te amo, pequeño.
Gracias por tu amor.

No hay comentarios: